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miércoles, 8 de junio de 2022

La luz mala

(Pintura: "Tropa de carretas" de León Palliére)




Largo tropa de carretas
atraviesa la llanura
bajo la eterna hermosura
de los radiantes planetas.
Al tardo paso sujetas
de los bueyes, enfiladas,
salvan lomas y quebradas,
y en el trébol florecido,
haciendo áspero ruido,
hunden las ruedas pesadas.

Vense allí en el claroscuro
de mil vagos resplandores,
oscilar sus conductores
sobre el pértigo inseguro.
De llegar no tiene apuro
a su rancho el picador,
pero, músico y cantor,
entretiene su camino
con algún triste argentino
que llora ausencias de amor.

La Cruz del Sud, suspendida
sobre los campos desiertos,
tiende los brazos abiertos
hacia la tierra dormida.
Y en la sombra sumergida
aquella inmensa región,
llena de mística unción,
por el trébol perfumada,
está a sus plantas postrada
como en perpetua oración.

Súbito brilla a lo lejos
una luz... la luz maldita,
cuya historia nunca escrita
saben jóvenes y viejos.
Vedla: lanza mil reflejos;
se detiene y humo exhala;
incendia el campo; resbala
retorciéndose maligna;
y cada uno se persigna,
murmurando: -«La luz mala!»

-«Es el alma de un hermano,
que, desterrada del cielo,
solitaria y sin consuelo
vaga errante por el llano;
un espíritu cristiano
de crueles ansias lleno,
que, de la noche en el seno,
nos ha pedido otras veces
una cruz y algunas preces
que lo tornen justo y bueno».  

Así dicen, y entre tanto,
esquivando sus destellos,
rezan juntos todos ellos,
olvidados ya del canto;
y ven, trémulos de espanto,
cómo la luz resplandece,
y chispea, y desaparece,
y con nueva brillantez
ilumina, y cada vez
más y más grande parece.

Ora se hunde en el bajío,
ora corre por la loma,
pero siempre avanza, y toma
por momentos nuevo brío.
Del horizonte sombrío
se aproxima a cada instante,
y hacia atrás y hacia adelante
huyen las sombras inquietas,
y se acerca a las carretas
como un ojo centelleante.

Y, mientras lleno de horror,
tras esfuerzos sobrehumanos,
se cubre con ambas manos
todo el rostro el picador,
el penacho de vapor
suelto al aire, rauda, altiva,
rumorosa y convulsiva
cual un potro desbocado,
pasa hirviendo por su lado
la veloz locomotiva.  

¡Mal hacéis vuestro camino
paso a paso y lentamente,
al alcance del torrente,
antiguo pueblo argentino!
¡Cantad himnos al destino,
y cuando en noche serena
brille una luz, no os dé pena,
no temáis, criollos, por eso,
que en las vías del progreso
la luz mala es la luz buena!

sábado, 15 de febrero de 2020

La flor del Ilolay (Leyenda)



Don Juan - Bernardo


Erase una viejecilla
que en los ojos tenía un mal
y la pobre no cesaba
de llorar.

Una médica le dijo:
- Te pudiera yo curar
si tus hijos me trajesen
una flor del Ilolay.-

Y la pobre viejecilla
no cesaba de llorar,
porque no era nada fácil encontrar
esa flor del ilo-ilo Ilolay.

Mas los hijos que a su madre
la querían a cual más,
resolvieron irse lejos a buscar,
esa flor maravillosa
que a los ciegos vista da.
------------------------------
Bernardo

- Va rajado el cuento, abuelo,
como vos me lo contáis.
¡ No habéis dicho que los hijos
eran tres!
........................................
Don Juan

- Bueno, ¡Ya están!
Y los tres, marchando juntos
caminaron, hasta dar
con tres sendas, y tomaron
una senda cada cual.

El chiquillo que a su madre quería más,
fue derecho por su senda sin parar,
preguntando a los viajeros
por la flor del Ilolay.

Y una noche, fatigado
de viajar y preguntar,
en el hueco de unas peñas
acostóse a descansar.
Y lloraba, y a la pobre
cieguecilla recordaba sin cesar.

Y ocurrió que de esas peñas
en la lóbrega oquedad,
al venir la media noche
sus consejos de familia
celebraba Satanás.
Y la diabla y los diablillos,
en horrible zarabanda
se ponían a bailar.

Carboncillo, de los diablos,
el más diablo para el mal,
¡Carboncillo cayó el último
de gran flor en el ojal!
- ¡Carboncillo!- gritó al verle
furibundo Satanás -,
¡petulante Carboncillo,
quite allá!

¿Cómo viene a mi presencia
con la flor de Dios hechura
que a los ciegos vista da?
Metió el rabo entre las piernas
y poniéndose a temblar,
Carboncillo tiró lejos
el adorno de su ojal.

Y el chiquillo recogióla,
y allá va,
¡corre, corre, que te corre,
que te corre Satanás!
el camino desandando sin parar,
y ganó la encrucijada
con la flor del Ilolay.

Le aguardaban sus hermanos,
y al mirarle regresar,
con la flor que no pudieron
los muy tunos encontrar,
¡le mataron, envidiosos,
le mataron sin piedad!
le enterraron allí cerca
del camino, en un erial,
y se fueron a su madre
con la flor del Ilolay.

Y curó la viejecita
de su mal,
y al pequeño recordando
sin cesar,
preguntaba a sus dos hijos:
-¿Dónde mi hijo, dónde está...?

- No le vimos, contestaban
los perversos, - que quizá
extraviado con sus malas
compañías andará.-

Y los días y los meses
se pasaron, y al hogar,
¡nunca, nunca el pobrecillo
volvió más!
Y una vez un pastorcillo
que pasó por el erial,
una caña de canutos
vio al pasar.

Con la caña hizo una flauta,
y poniéndose a tocar,
escuchaba el pastorcillo
de las notas al compás,
que la caña suspiraba
con lamento sepulcral:

- Pastorcillo, no me toques
ni me dejes de tocar:
¡Mis hermanitos me han muerto
por la flor del Ilolay!




(Pintura: "La flauta del pastor" de Sophie Anderson)

lunes, 7 de mayo de 2018

Payada pa' Satán

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'Payada pa' Satán' es un magnífico y poético cortometraje argentino realizado por los hermanos Antonio y Carlos Balseiro que denuncia la mega-minería, una industria químico extractiva que genera graves impactos a todos los ecosistemas del mundo, 
contamina las reservas de agua dulce, afecta la salud de millones de personas y financia graves violaciones a los derechos humanos.

'Payada pa' Satán' mezcla la animación con la imagen real de una forma sorprendente. Un cortometraje de técnicas  combinadas en el que se buscó generar una imagen innovadora a través de la complementación de diferentes técnicas y escalas.

El cortometraje nos cuenta la historia de un gaucho y su esposa que viven tranquilos en el campo hasta que un día comienzan a escuchar explosiones lejanas y la tierra comienza a temblar. Decide salir a caballo a ver que es lo que está sucediendo, encuentra un gigantesco pozo en el medio de las montañas y llega a la conclusión de que "Satán" hizo ese pozo para unir la tierra con el infierno. Del pozo del diablo llegan tiempos de miseria y enfermedades. "Satán" no puede ser detenido, pero.. es realmente "Satán" el que hizo ese pozo?

jueves, 30 de marzo de 2017

El domador (Relato por milonga)

(Foto: Adolfo Campos)



En pagos de San Cristóbal
en la estancia "La Lucila"
apenas se acaba el día
y los campos se sosiegan
con la noche se renueva
una leyenda perdida.

Fue un día bastante fiero
de rodeo y apartada
y hubo varias rodadas
en donde cada paisano
haciendo gala'e baqueano
salía de la estaqueada.

Un solazo por la espalda
de los hombres se retoba
pero no le aflojan soba
al lomo'e la animalada
-pa'quitar la sed chupana
la vaina de la algarroba-.

Al paso de los caballos
camino a la estancia vieja
no se escucha ni una queja
de cuatro peones cansados
que se acercan muy callados
y así callados se alejan.

Pero se acaba la tarde
y el rancho ahí nomás está,
en la última claridad
un sirirí el cielo cruza
ya se vuela la lechuza
y duerme la yarará.

Desensillan y se van
rumbeando pa'l caserío,
está empezando a hacer frío
y hay picana de ñandú,
afuera está el cururú
comiéndose el bicherío.


Ya con el último mate
el viento empieza la historia
que la tranquera y la noria,
la higuera vieja y la tuna,
acunadas por la luna,
guardarán en su memoria.

Por el camino'e paraisos
se ha ido ladrando un cusco,
los criollos, jugando al truco
escuchan, desde su rancho,
que se está acercando un gaucho
al tranco de su pasuco.


Ya descuelga la cadena,
la tranquera abre pechando
el viento está amainando
bajo la noche campera
y el perro que estaba afuera
se volvió callado al patio.

El más viejo que sabía
las historias olvidadas,
al sentir al que llegaba
por el ruido del barbijo,
agarraba el crucifijo
y con él se santiguaba.

A oscuras dentro del rancho
los hombres todo sentían.
Se asomó uno que quería
entender lo que pasaba,
pues ya todo se escuchaba
pero nada se veía.





El ánima que venía
iba llegando al palenque,
con la lonja del rebenque
golpeando sobre la bota
acompañando las notas
de un estilo entre los dientes.

Sacó el freno y el pegual,
sacó bastos y encimera,
caronas y sudadera
pa'que se orearan un rato,
sacó papel y tabaco
sentao, como quien espera.

Apuntando al San Antonio,
un arroyo de los pagos,
y enfrentando al descampado,
un corral de palo a pique,
sin que naides se lo explique
tiene un bagual encerrado.

No se ha sentido jamás
pingo tan enfurecido,
que se debe haber venido
desde el fondo de un abismo,
porque es el mandinga mismo
dentro de un potro metido.

El hombre, al oír los ruidos,
se acordó de su condena.
Alzó la cabeza apenas,
preparándose pa'l duelo
y arrodillao en el suelo
se calzó las nazarenas.

Chillando, el ñacurutú,
en la rama, le avisaba
que la hora se acercaba
y aguardando hasta el final
enfiló para el corral
ande el diablo lo esperaba.



Despacio se fue acercando
al desgraciao animal,
le acomodó el bozal,
dió dos vueltas al cabresto,
mientras el pingo, molesto,
ya quería bellaquear.

Se fue a buscar las pilchas
que ya se estaban secando,
y ya las va acomodando
sobre el potro, que relincha,
cuando siente que la cincha
el aire le va quitando.

El pie ya busca el estribo
preparando la voleada
y se siente la estirada
del lomo, cuando se arquea,
y el rebenque revolea
y las espuelas se clavan.

Y ahí sale como un balazo
disparando por la huella
enloquecido atropella
con todo el cuerpo temblando
y se aleja corcoveando
abajo de las estrellas.

El rebenque no le afloja
ni al anca ni a la cabeza
y se afirma con destreza
apretando las rodillas
cuando el diablo se hace astillas
resoplando con fiereza.

Nunca un criollo habrá sentido
pelea tan de mi flor;
jamás hubo una mejor,
y aquí lo dejo afirmado,
que si el demonio es bravo,
más bravo es el domador.

De golpe y sin avisar
llega un silencio profundo
y hasta parece que el mundo
más tranquilo descansara.
Arriba, la noche clara
al hombre le marca el rumbo.

Se escucha llegar al rancho
el galope desparejo
del pingo, que de regreso,
por fin ha sido domado,
el paso lleva cansado
y va arrastrando el pescuezo.

El hombre baja de un salto
para quitar la encimera,
caronas y sudadera,
mientras se afirma despacio,
porque la tierra, allá abajo,
parece que se moviera.

Suelta al bagual, que se aleja
a su querencia, vencido,
y se escucha, por los ruidos,
que el hombre vuelve a las casas,
porque una cincha se arrastra
y se chocan los estribos.

Se escucha un silbido suave
que recorre los potreros,
después, un trote ligero
que se llega hasta el palenque:
-es el hombre, al que se siente
llamando a su parejero-.

Y ya le acomoda el freno,
y lo ensilla despacito,
porque dentro de un ratito
se irá para otra querencia,
cuando el viento, en su cadencia
acune los 'ucalitos.

Los hombres dentro del rancho
se quedarán desvelados,
porque el criollo que ha domado
no es un gaucho de esta tierra,
y al aclarar, a la yerra
irán los cuatro callados.

Porque aunque hoy se esté yendo
a buscar tierras lejanas,
al llegar la madrugada
de otro día de calor,
ya sabrán que el domador
está de vuelta mañana.

Buenos Aires, 14 de marzo de 1983.-





jueves, 5 de enero de 2017

Leyenda del Paso de los Toros (Relato)




A mi amigo Dn. Justo Dorrego que fue estanciero fuerte de Paso de los Toros y de cuyos labios conocí esta tradición.


Aquí en el Paso, el Río Negro
supo ser de mala entraña...

-Creciendo en toda la juria
más bien era disparada
de tropa que, a'nde hace punta,
voltea, rompe y desgaja-.

Sólo el gauchaje más crudo
-cayendo apretao- bandiaba;
matreros, contrabandistas
templaos a pólvora y caña.

Pero entonces, prudenciando;
porque era gente muy diabla!

Mesmo que abrojos, priendidos
de las clinas se azotaban
buscando cortar al sesgo
y a favor la correntada.

Había en el Paso una Virgen
de madera; y a sus plantas,
mozos que al mesmo mandinga
le hubieran hecho patancha,
venían a hincarse sumisos
antes de azotarse al agua.

...Coronando la cuchilla
se divisaba una casa
que supo ser pulpería;

tenía la reja embrujada
por los ojos de una moza
que eran pa'gloria -o disgracia-
enlucernaos y projundos
lo mesmo que noche de ánimas.

Soberana la pulpera!
Dicen que por sus miradas
se mellaban los facones
hasta sacar "luces malas"...

Tuitos le pedían amores
y ella...
            ni los animaba,
ni los llamaba al disprecio
pa'que no se le apotraran,

y ansí, siempre los tenía
quemaos del lao de la marca.

Hembra de cuerpo garrido,
dorao en puma...y con daga,
tenía que ser, del más "toro";
del más herido en la entraña.

Por eso les dijo un día
que el gaucho que atravesara
de ida y güelta la creciente...
se la iba'llevar en l'anca.

Del fiel de los cuatro rumbos
fueron cayendo los taitas.

Se apiaban frente a la Virgen
del Paso, y se arrodillaban
con la oración en los labios
y la tormenta en el alma.

Pero talvés la tormenta
les ahugaba las palabras
porque la Virgen, seguía
como sorda a las plegarias,
y el río sin yel, les diba
raliando las esperanzas.

Y como al Paso venía
sólo gente desmadrada
sin valimiento en el cielo,
sin más razón que sus ansias
ni ley que su rail capricho
ni tutor que sus agallas,
lo cristianó "el de los Toros"
un bautismo de guitarras.

-Ansí el Paso de los Toros
vino a nacer a la fama -.

Encelaos por la pulpera
y envenenaos por la caña,
los toros de aquél siñuelo
sangriento, siempre llevaban
un duelo en cada mugido
y una muerte en cada guampa.

Aguaitando las crecientes
todo el invierno ronciaban:
de la enramada ...a la reja;
de la reja... a la enramada
donde, tendido el apero,
por las noches los rodiaban
los ojos de las corujas
como de velas macabras...

Conque... no jué sólo el río
culpable de las desgracias;

mucho, diezmó la creciente
del sangrador de las dagas..

Y el monte, se jue poblando
de embrujos y luces malas...

Las más, cuentan que salían
de alguna tumba olvidada,
sin un rezo, ni una vela,
ni un ramito de retamas...

Hasta que un mozo norteño
llegó al trote una mañana:

El caballo...
                   era de naipe;
no traiba señal ni marca,
y era tordillo sabino
-flete ponderao pa'l agua-.

Naide imagina qué yegua
pudo parir esa estampa;

sin duda debió ser cría
-y ansí lo cuenta la fama-
de la espuma en que ocasiones
florece la correntada.

Y el hombre...
                       sin desperdicio
de la vincha a las rodajas:

Por lo cimbra, parecía
medio cruzao con tacuara;

al abalanzarse'l flete
sueltamente lo peinaban
de la paleta a la cincha
sus nazarenas de plata.

Crestiano mejor plantao
no se vido en la comarca;

tan nacido era pa'l basto,
que algunos lo comparaban
con un adorno de tigre
sufilao en la badana.

Torvo, requemao de ausencias,
hondo de vida y de hazañas,
ni se apió frente a la Virgen
ni miró rumbo a las casas;
pero es fama que la Virgen
mujer al fin, suspiraba
cuando azotándose al río
lo doblegó en dos topadas,

y se marchó rumbo al norte
con la pulpera en el anca!



(Pintura: Enrique Castro)

Leyenda de la picada del Viraró (Relato)



(Para contar en el fogón)

I

Se llamaba Juan José;
desorejao, que lloraba.
Naide lo vio tener sé
sino de giniebra o caña.

Contrabandista mentao;
cuatrero, de la pior laya
y tenía una habilidá
pa floriar una baraja
que había que ser medio bicho
pa descubrirle las marcas.

Muy liberal pa'l cuchillo.
Guapetón p'hacer pat'ancha.
El jue el qu'inventó, vistiar
"a vintén la puñalada".

En el pago le pusieron
Juan "el diablo";
y le cuadraba:
Er'alto; di ojos rasgaos;
di a ratos, en la mirada
tenía luz amarilla
de yaguareté, y dos alas
de cuervo sobre los ojos
como una negra amenaza.

Tenía una madre de güena!
Tuito el pago l'apreciaba.

Jue piona, jue lavandera...
la vejez l'halló cansada.
Tan fiera la pobrecita,
de pelo blanco, encorvada,
se parecía a un arbolito
amanecido en escarcha.

Juan "el diablo", la quería
más que a su poncho y su daga;
pero pa'no dar que hablar...
a dijustos la mataba.

No tenía cruz en el mate
ese critiano: palabra.

II

Dicen que golvió una noche,
dispués de una ausencia larga,
porque tenía un trabajito
muy rendidor: de capanga;
y halló a la pobre boquiando
tendida en su catre'e guascas:
"Mire m'hijo: es Viernes Santo:
mandinga anda suelto, y clama
que ande quiera que m'entierren
antes de rayar el alba,
me güelve a desenterrar
pa vengarse'e sus judiadas.

Dice que usté es un bandido,
que li anda robando fama;
no me deja bienmorir
sacudiéndome las patas...

Cuando muera haga el favor,
lléveme hasta la picada,
me sube en el viraró,
más arriba'e la resaca,
y no me ha de dejar sola
hasta que no raye el alba".

De golpe, entró a temblar;
le gorgotió la garganta;
como apartando visiones
en el aire, maniotaba;
y un repente se quedó
con las vistas como latas.

"El diablo" l'amortajó
con una cubija parda;
dispués, le cerró los ojos
con dos monedas de plata,
y la retobó en el cuero
de la puerta pa'llevarla.

Salió y ensilló caballo;
terció la muerta en el anca,
y empinando bien el chifle
como quien toca "a la carga"
cortó rumbo al trotecito
derecho pa'la picada....

III

Lo que en el monte pasó,
sólo se sabe por cábulas.

Que mandinga concurrió,
está claro como 'l agua:
Pedro Cruz, el rastriador,
siguiendo las rastrilladas,
halló entre las revolersa
güeyas patentes de cabra;
carcula que se toparon,
la cosa fue ramiada,
y comenta la custión
más o menos d'esta laya:

"Juan vino hasta el viraró;
pasó el lazo por la rama,
y a la cincha de su flete
jue subiendo a la finada;
dejó el caballo cinchando,
trepó, y la ató bien atada
con todito el maniador
pa'que no se refalara;
soltó el lazo y se abajó:
ni bien asentó las patas,
se topó con que mandinga
fierro en mano lo esperaba.
(Dios me despeje el camino
pa'gastar las alpargatas!)
Pero Juan no titubió:
L'echó el poncho en la cara,
y a'i nomás, de un solo saque
lo arrempujó a punta y hacha".
(Velay mandinga, afligido
menudiando las cuerpiadas!)

"Pero dejuro; con todo
mandinga tenía ventajas:
medio ducho en malas artes,
de golpe se transformaba,
ya en chalchal, ya en coronilla,
o en blanquillo, molle, o tala".

"Pero Juan no le dab'alce:
meniando fierro avanzaba,
y el monte se diba abriendo
como el pasto a la guadaña!"

(...Carculen lo que habrá sido:
dicen que hasta treinta cuadras
llegaban los alaridos
y el ruidaje de las armas...)

Del resto, yo soy testigo:
(Llegué cuando ya clariaba).
Bien alto, en el viraró,
vi el cuerpo de la finada;
tuito el monte alrededor
estaba talao a daga.

Sólo quedó un tala en pie,
cribadito a puñaladas;
pero tenía las espinas
tintas en sangre del taita;
y Juan contra el viraró,
apoyadas las espaldas,
estaba... (líbreme Dios!)
muerto, y haciéndole guardia.

miércoles, 27 de julio de 2016

El duende sombrerudo (Ronda canción)





















Con su sombrero aludo
el duende chiquito,
corría y corría por el arenal.
Y arriba de la noche
mil ojos de gato,
miraban el rastro del duende al jugar
miraban el rastro del duende al jugar.

Pisando en pata pila
quebraba ramitas,
llevaba en su mano de lana un pincel,
que encima de los montes con chispas de luna
pintaba de blanco la flor del laurel,
pintaba de blanco la flor del laurel.

El sol, ardiente rubio de siestas, crecía
la iguana bailaba su ronda estival.
-"No vayas al río chinito cuidate,
que el duende tunante te puede pillar,
que el duende tunante te puede pillar".

Secretos de la lluvia
guardaba el aljibe,
el duende curioso en él se cayó
y a lo lejos un coro de ranas y grillos
cantaba en vano un largo arrorró,
cantaba en vano un largo arrorró.

Duerme duerme duende tu sueño,
que mañana te despertarán,
Duerme duerme duende tu sueño,
que mañana te despertarán,
por la noche mil ojos de gato
para verte en la arena jugar,
para verte en la arena jugar...
para verte en la arena jugar.






El Duende o Enano es un genio de gran popularidad en Argentina, que algunos autores han comparado con los gnomos europeos.

Se dice que son espíritus de criaturas que sus madres mataron al nacer, nacieron muertas, fueron abortados o murieron sin bautizar.

Comúnmente se lo presenta como un enano con una mano de fierro y otra de lana, rostro magro y barbirrucio, sombrerote de copa en embudo y traje de llamativos colores, entre los que predominan el rojo y el verde. También puede ser un niño de pocos años, un viejito gordo y barbudo de largas uñas y sombrero de paja de alas anchas.

En Villa Matará, Santiago del Estero, es negro y crespo y viste un hábito “chejchi”, de pintas coloradas sobre un fondo blanco, gris claro o ceniciento.

Vendrían a representar al demonio de la tentación.

Personaje esencialmente travieso, socarrón, enamoradizo y por momentos grosero.

Vive en el monte, en los troncos de los árboles, de donde sale a la siesta para asustar a los niños y cortejar a las mozas con regalos como pañuelos, dinero, melones, empanadas y golosinas. Si estas rehúsan sus favores se venga, gastándoles mil travesuras y hasta haciéndoles daños mayores.
Se aparece a veces desnudo ante las mujeres mayores y las escandaliza con groseros gestos, deporte que no practica con las jóvenes.
Según Juan Carlos Dávalos, se acerca a las pulperías los sábados a la noche para dar una tunda a los ebrios.

También se enanca a los caballos, hurta pellones, trueca por carbones el pan de las alforjas, apedrea las casas, pudre los huevos, apaga el fuego, vuelca la olla, corta la ropa.

Para ahuyentarlo hay que llenarse los bolsillos con algo que huela mucho.

(Tomado del libro; "Seres Sobrenaturales de la Cultura Popular Argentina" de Adolfo Colombres)



miércoles, 13 de abril de 2016

Ida (Romance recitao)


(Pintura: "Velorio del angelito" de Molina Campos)

Me pidió sollozando
que  agenciara remedios,
en los brazos tenía
el mayorcito enfermo
y un tremendo dolor en las pupilas...
Un dolor puntiagudo que aún lo siento.
Y me dijo también el pobrecito:
"¡Si usted no va, me muero!..."

Sobre el pucho a mi moro
 le acomodé los cueros
y le puse por alas, dos rodajas de fierro.
para envainarlo al camino
y a la noche melenuda de viento
pues la vida de un niño vale más
que toda una tropilla'e parejeros.

¡Qué noche más oscura aquella noche!
¡Qué camino más feo!
¡Nunca he visto tormenta tan tormenta
ni recuerdo pampero más pampero!
Le temía a las nubes que tiznaban el cielo
negras como las sombras de los espacios negros
porque estaban repletas de amenzas,
y heridas por relámpagos siniestros.

"¡Si se quedara inmóvil!", yo pensaba,
el arisco reflejo que prende el rejucilo
en el estar, el patio con su yesquero inmenso,
¡si le salieran alas al caballo
o se pusiera un poncho el pago entero!
¡Si me vieran los ojos de Jesús Nazareno:
acortaría el camino o acercaría el pueblo,
pa ayudarme a salvar a un niño rubio...
rubio como las clines del lucero.

Yo ende chico le tuve a los difuntos, miedo,
si se vuelven luz mala pa'buscar cementerio;
a los toros alzaos de campo ajuera,
los tigres cebados de monte adentro,
al apuro del rayo, al galope del trueno,
a los ríos crecidos y a los campos desiertos...
¡Pero pa'hacer un bien no temo a nada!,
porque pa'hacer un mal a todo temo,
y llevaba la idea amojonada al pecho...
Si encuentro luces malas, me santiguo y las dejo,
que no es de buen cristiano enquistarse por muertos.
A perro cimarrón le disparo
y a gauchos cimarrones, los peleo.
pero po'el camino por donde voy, regreso,
pa que tenga esperanzas una madre,
y un niño tenga, pa la madre: beso.
------------------------------
La carpeta tenía el candil en el medio
como un ojo que mira por la emoción pa'dentro,
y un redondel de gaucho melenudos
amadrinados por el calor del juego.
Se estrellaba con oros la media noche un peso
las espadas cortaban de las ansias los flecos
y el "tintín" amarillo de las libras
al sueño degollado de un cencerro.

De los gajos torcidos de los bastos,
torcidos y espiguientos,
colgaban esperanzas, caras como los pesos
y volcaban las copas sobre el poncho
un mundo contenido de silencio.
El mazo mesturaba sus cuarenta secretos
como cuarenta dudas o cuarenta misterios,
echando buenas pa'los hombres malos
y echando malas pa'los hombres buenos.

Y me llevó una sota
lo que traiba pa comprar los rimedios,
el rey zurdo, el facón de plata y oro,
y Salomón el poncho pa' recuerdo
y después un caballo sobre el lomo:
hasta la última pilcha de mi apero.

"¡Pero me queda el moro!", yo pensaba,
pa jinetearlo en pelo y atravesar la noche
como un pájaro negro,
aunque me crucifique al camino,
todos los rayos
que ha tendido el cielo
y mientras lo levanto en la llorona
recordaré algún rezo
pa'pedirle su ayuda
al que murió en la cruz
por ser tan bueno...
y rezo y espueleo,
pa'que tenga abajo nazarenas
y arriba al Nazareno...

Pero ¿pa'qué Señor
quiero el caballo,
si no tengo ni un
cobre pa'remedio?
Y lo jugué al as de oro
porque tiene en el centro
una cara igualita
a la de aquella
que a Nuestro Redentor
llevó en su seno,
y Él sabe lo que vale,
un hijo rubio,
rubio como las clinas del lucero.
-----------------------------------
Se corrió la tormenta
y en el azul del cielo,
se hundieron las estrellas
con sus pabilos muertos
y puso el alba con un arco grande,
su abanico de luz sobre los cerros.
Con temblores de pájaros ariscos
despertaron los campos soñolientos,
con temblores de pájaros que traiban
cuerdas, pa la guitarra del silencio,

Han pasao muchos años en la noche,
que hasta mi moro chamusqué en el fuego
y ando siempre domando y siempre en potros...
¡Ha de ser maldición... del niño muerto!


viernes, 5 de septiembre de 2014

Tres destinos

(Dibujos: Eleodoro Marenco)

Dicen que jué po'una moza
allá por el año 30
que peliaron dos amigos
sin ser hombres de pelea,
cosas que a veces la vida
las trae sin darse cuenta
y se ensaña con la gente
cuando ni menos se piensa.

Uno fue pa'l hospital
y el otro fue pa'una celda
quedando entre dos cristianos
la herida pa siempre abierta.
Juan al tiempo se sanó
pero por sentir vergüenza
dejó aquél pago pa'siempre
y se quedó sin querencia.

Dionisio cuando cumplió
el tiempo de la condena
tampoco quiso volver
y naide supo la huella.
Pasó el tiempo...y los dos hombres
quedaron allí con mentas
como no sea que alguno
los recordaba una vuelta.

Pero a la cara de los dos
la fue borrando la ausencia...
Pa'más tristeza del caso,
el rancho de la moza aquella
como si juera embrujao
al sol le cerró la puerta
y nunca más su ventana
la vido ninguno abierta.

Dicen, dicen que el tiempo le ha puesto
color de luna en las trenzas...
¡Destino de tres personas
que Dios le torció la huella!
A Juan nunca más lo vieron,
como tragao por la tierra
dicen que escribió una carta
que naides pudo leerla
sin que los ojos se enllenen
con lágrimas por la pena
 y que la mandó tan luego,
después de su madre muerta...

Y a Dionisio que antes nunca
aceptaba una giñebra,
alguno que lo encontró
no se en qué pago una güelta,
 dice que lo vió perdido,
tomao, buscando pendencia...
él que supo tener menta
de ser un hombre bien puesto
de los pies a la cabeza...

Y pa terminar el cuento
de los tres, ya ni uno queda
en el pueblo que soportó
aqueya pelea porque la moza,
María, que era flor de primavera,
y se marchitó solita
ahogada por la vergüenza,
hoy tomó el tren de la tarde
oculta en sus ropas negras
pa dir a entregarse a Dios
frente al altar de una iglesia...

Dicen, dicen que quiere ser monja
pa rezar la vida entera
y Juan, Dionisio y María,
ahura son una leyenda
que se acomoda en las bocas
según de quién la comenta
porque en la vida, a ocasiones,
suele tener estas vueltas
y se tuercen los caminos
cuando ni menos se piensa.

Juan, Dionisio y María;
nombres pa una sola pena
destino de tres personas
que Dios le torció la huella.







lunes, 29 de julio de 2013

Brujas

(Pintura: "Lechuzas" de Molina Campos)

Estas dos viejas
llenas de arrugas
eran hace años
dos hermosuras;

salían al campo
todos los días
a juntar flores
de maravillas;

volvían de noche
bordeando el río,
y era en el valle
todo suspiros.

Los mozos guapos
se desvivían;
compraban guaicas
pa las imillas.

Y pa las fiestas,
no digo nada,
se amancían
por cuchicharlas.

Mas una tarde
(siempre el destino
que anda vichando
por los caminos),

mientras llovía
relampagueando,
a las dos mozas
las voltió un rayo;

Cayeron tiesas
sobre las tolas.
(Se hizo la noche
pa las dos mozas).

¡Pero qué diantres!
No son mentiras:
resucitaron al otro día,
con tantas huellas
sobre la cara
que parecían
achicharradas.

Desde ese entonces
¡Virgen María!
la una hace curas,
la otra adivina.

Van por el campo,
por todo el valle,
buscando enfermos
de golpe de aire.

Tiran la coca
sobre un rebozo,
miran al cielo
con grandes ojos,

y el cielo cae
como una manta,
sobre las cosas,
sobre las almas.

miércoles, 24 de julio de 2013

Rastreada



Una vez que me iba en tranca
estaba el gaucho Juancito,
hablando muy serenito
de rastreadas y barrancas.
Decía yo: "A la Salamanca,
nunca entré ni desde mozo,
pero sin ser un virtuoso
por don Mandinga lo juro,
que rastreo en los campos duros
como en campos arenosos".

"Me acostumbré de pichón
a rastrear bajo los astros,
y a conocer por el rastro
si es caballo o es chucarón.
Existen pa'mi un montón,
de desiguales certeros
entre un manso y un matrero,
como no es igual rastreando,
un vaso de campo blando
a un vaso de los piedreros".

Las piedras como las toscas
dejan los vasos limáos
y el guadal como cachao
muestra las coronas hoscas.
Necesario es que conozca
quien ande de campereada,
el tiempo de una pisada
si hubo viento o no lo hubo,
si con el sereno anduvo
antes o después de una helada.

A veces los ventarrones
muestran los rastros borrao'
pero vuelven renovao'
después de las nevazones.
Y en distintos cañadones
donde la tierra escarchada
sabe estar por las heladas,
parece cosa 'e Mandinga,
que a veces ni se distinga
el paso de una yeguada.

Un rastro pa'mi entender
que esté demasiao llovido,
no es ni medio parecido
al que sabe aparecer,
cuando ha dejao de llover
o de nevar despacito;
donde aparece clarito
la figura del candáo
si es caballo muy andáo
si es yegua vieja o potrito.

Si a un pingo lo van andando
es sencillo darse cuenta,
puesto que el vaso revienta
la tierra que va pisando.
Si va al galope o trotiando,
si va corriendo o va al paso,
si es pasuco o sobrepaso,
si es redomón regular,
todo es cuestion de observar
las marcas que deja el vaso.

Aunque hay muchos parecidos,
tratándose de baguales,
no ha de haber rastros iguales
para un rastreador instruido.
Quien en los campo'ha crecido
como el pasto positivo,
sabe distinguir pasivo
hasta en tierra despareja,
la pisada de una oveja
con la pisada de un chivo.

Conozco a más de un chambón
que distingue en cualquier zona,
lo que es un rastro de liona
y lo que es un rastro de lión.
Y lo sabe cualquier peón
que entienda de campereadas,
que la pata es alargada,
de la hembra en cada fronda
y la del macho es redonda
con mucho pelo alfombrada.

Puede también distinguir,
quien entienda de rastrear,
si el animal va a cazar
o si ya viene a dormir.
Todo es cuestión de alvertir
el viento sobre los gajos,
ya que el lión en su trabajo,
casi siempre con fe viva,
sabe cazar viento arriba
pero duerme viento abajo.

El rastreador siempre observa
entre uñas y talones,
formas y deformaciones
que cada rastro conserva.
Y hasta donde crecen yerbas
queriendo al suelo tapar,
muchas veces hay que rastrear,
con reflejos del solcito,
mirándolo achatadito
que un pasto puede quedar.

Así como nuestras caras
no son iguales ninguna,
los rastros son por fortuna,
de la misma forma clara.
La práctica siempre ampara
la teoría, el estudiar,
hay quienes aprenden a hablar
con prácticas, otras idiomas,
y yo del bajo a la loma
practiqué para rastrear.

Los rastros como la vida
me han enseñao, más o menos,
a bichar cada terreno
para hallarle la salida.
Y pienso en cada partida,
rayando de voluntad,
que quiera Dios por allá,
que el día que haye sin suerte
las pisadas de la muerte
pueda rastrearla pa'trás.







martes, 26 de febrero de 2013

Trovas del lobisón



Lobisón,
brujo criollo de chiripá y espuelas,
¿a cuántos gauchos cuchilleros has asustado?
Cuco del gaucho niño
que sabe como se dirige un puñal
derecho al corazón.
¿Cuántos viernes llevas de aparecido?
Proteo de vincha y sombrero a la nuca,
y de piernas combadas de dominar baguales.
¿Qué forma vas a adoptar hoy?
Séptimo hijo de la familia
nacido en día de embrujamientos,
¿aparecerás como un perro grande,
o como una vieja achacosa,
o como un carnero topador?
¿Cuántas veces te revolcarás en el pasto
para cambiar de forma?
¿Verdad que a ti no te entran las balas;
y que el facón suena en tu cuerpo
como en un cuero lleno de paja,
lobisón?

Mira: a mí no te me aparezcas,
porque yo soy un gaucho que ya no creo en tí.
He conservado la fuerza de mi abuelo
pero perdí su ingenuidad de niño grande
y, por la noche, ando por el campo
sin preocuparme del lobisón.
Las luces malas mismas
que, muchas veces, han galopado detrás mío,
me causan gracia en vez de horror,
porque me entretengo en cansarles el caballo
cuando se les antoja seguirme
como para saber adonde voy.
¿Qué pueden ser el alma del payador
que, una noche de luna,
le cantara a la china traicionera
para matarla después con el traidor,
y que ronda la tapera
cantando un triste quejumbrón?
... Puede ser, pero yo no creo en las luces malas,
como no creo en el lobisón.

... Sin embargo, en las noches de viernes,
cuando el campo se llene de sortilegios
y sintamos una angustia en el corazón,
no te revuelques en mi camino,
no te aparezcas, lobisón.



Año: 1923

miércoles, 20 de febrero de 2013

Los ruidos del puesto



Taba el rancho silencioso
abandonado por años,
lleno de ruidos extraños
y sucesos misteriosos;
al camino que va al pozo
los yuyos le habían ganao,
de yapa todo nevao
en esa tarde de invierno
y era la puerta'el infierno
ese puesto abandonao.

No se para donde iría
o vendría quién sabe de'ande,
pero como el sol se esconde
se atracó al puesto ese día,
la tarde que se perdía
detrás de las lomas altas,
más silencio no hace falta
pa'l que anda de pasajero
y era dueño'el mundo entero
de esa vez: Lolo Peralta.

Con unos troncos que estaban
tirados en un rincón,
entró a encender el fogón
mientras las chispas saltaban.
Iba chillando la pava,
la leña se consumía,
las llamas se retorcían
antes de volverse brasa
y empezó a gotear la grasa
del costillar que traía.

Mas luego la noche entera
se estiró sobre el paisaje
y  el hombre que iba de viaje
se recostó en la catrera,
una o dos horas de espera
y como unos condenaos,
con los pelos erizaos
señal de que miran algo,
atropellaban los galgos
cerca'el puesto abandonao.

Pegó un salto sorprendido,
el hombre ganó la puerta,
y ande quedó media abierta
entró un perro a los gemidos,
los otros tres lo han seguido
y el pingo del lao de afuera,
entre segundos de espera,
trota con agilidad
como si en la oscuridad
hubiese visto una fiera.

Salió Peralta pa fuera
a divisar el terreno,
inquietarse no es pa menos
¡esto le pasa a cualqueira!
Todo estaba echo tapera,
reina la tranquilidad
y aunque el hombre es bien capaz
pues lo conozco bastante,
pienso que pensó al instante
ver al mismo Satanás.

Siguió la noche serena
pero un alerta se escapa,
cuando dentra a sonar las chapas
como arrastrar de cadenas.
Pensaba en un alma en pena
de alguno que aquí murió,
que el diablo se lo llevó
sin ningún "Ave María",
y rastros tampoco había
ni un ruido más que se oyó.

 Estas cosas me contó
en una noche de invierno
de un puesto que era el infierno
donde el diablo se quedó.
¡Vaya saber qué paso!
almas que andan por ahi
entre molles y michay
que habitan las lejanías...
No creo en las brujerias
pero que las hay.... ¡las hay!




(Dibujo: Eleodoro Marenco)

martes, 27 de noviembre de 2012

Oiga moza


(Pintura: Molina Campos)

Moza de los ojos grandes
como dos soles oscuros,
si Mandinga los tuviera
que sería de este mundo...?

Moza de las trenzas negras
que relumbran como espejos,
si Mandinga los tuviera
con ellas enlaza al cielo!

Moza de los gruesos labios
mezcla de miel y de fuego,
si Mandinga los alcanza
se olvida hasta del infierno!

Moza de los altos senos
que apuntan a quien los mira...
si Mandinga los mirara
que rojo se quedaría!

Moza de todo lo lindo
que es tentación en la vida,
si como Ud. hubieran muchas
que pocos santos habrían.

Moza de la voz de seda
con humedad de caricia,
aquí le dejo este canto
para que un día lo diga.

Y sepan los que la escuchen
que en esa boca tan linda
mi verso como una hostia
se diluyó en su sonrisa.

Y si se acuerda también
rece por mi alma perdida
mientras miraba una moza
que hacia soñar Mandinga.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Siesta



Un día, andando a la hora
del bochorno sosegada,
vi a Jesusa la vaquera
bañándose en la quebrada.

Iba yo juntando moras
a pie por gozar del día,
cuando me vino de lejos
una clara gritería.

Descolguéme prestamente
por ver quien era, curioso,
escondido bajo un árbol
comencé a mirar ansioso.

Atado de un arrayán
dormitaba un caballejo
que a su dueña la miraba
con mansos ojos de viejo.

En un tazón un chicuelo
desnudo como un Cupido,
pataleaba y gritaba
de unas raíces prendido.

Y bajo un chorro de espuma
clamoroso, deslumbrante,
ella doblábase débil
y forcejeaba jadeante.

El chorro crespo y rugiente,
blanco demonio forzudo,
le resbaló la camisa,
dejóle el cuerpo desnudo.

Miré, ¡gloria de los ojos!
aquel busto por mi mal,
de carne dura y morena
con reflejos de metal.

Luego en el frío remanso
se hundió con brusco chapuz
y el sol sobre el agua trémula
sembró pétalos de luz.

Y al salir de mi escondite
vi al soslayo, con pavura,
la silueta fugitiva
de un sátiro en la espesura.


El duende



Es -dijo el indio viejo, de barbas de chivato,
empezando la historia con su habitual recato -
un hombre petisito, sombrerudo y lampiño,
forzudo como un toro, travieso como un niño.


Oculta en los bolsillos de su calzón de pana,
una mano de plomo y otra mano lana.
Pregunta a quien le halla cuál es la que prefiere,
y si elegís de lana, con la de plomo os hiere.

Él hace en la cocina que rebalse la olla;
 él aumenta en el tulpo la dosis de cebolla.
De acuerdo con el gato, su compadre y amigo,
echa pelos en la leche, se revuelca en el trigo,
a medianoche muele maíz en el mortero,
encabrita la jaca y aventa el avispero.

A la hora de la siesta cuando el sol reverbera,
se aparece a los chicos debajo de la higuera.
A jugar les convida con palabras cordiales
y en la frente les deja tremendos cardenales.

El sábado a la noche ronda la pulpería
y aporrea a los ebrios con pesada porfía.
Se enanca en el caballo, les hurta los pellones,
y el pan de las alforjas lo trueca por carbones.

El duende es el demonio del mal que muerde y pasa
el que pudre los huevos, el que apedrea la casa.
Toda molestia viene de su maligna influencia
y un solo medio existe para burlar su ciencia.

Se sabe - acabó el viejo de barbas de chivato -,
que el duende es un espíritu que tiene un gran olfato.
Para ahuyentarle es bueno, según decía mi abuela,
cargar en los bolsillos algo que mucha huela.

Por donde tal remedio, según lo que trasciende,
resulta peor que el duende.

sábado, 13 de octubre de 2012

La cruz del puesto

 


Allá donde el viento arranca
silbos de cada jarilla
y flamea la flechilla
por sobre las toscas blancas,
con su cumbrera lunanca
y el techo medio plomizo,
juntito a un chañar macizo,
entuavía con arrogancia,
se divisa a la distancia
un ranchito de chorizo.

Su aspecto de poca suerte
parece gritar erguido
entuavía no está vencido
por más que le han pegao fuerte.
Y en esas noches de muerte,
negras cuando el viento zumba
por detrás del rancho, cumba,
sale pasar una luz
que va a posarse a una cruz
solitaria de una tumba.

Cuentan que en ese lugar
una familia vivía,
y  hermosa niña tenía
con tres gurise'a la par.
Cierta vez llegó a domar
un mozo de pobre facha
que al andar de buena racha,
después de jugarse el resto,
tuvo que d'irse del puesto
por querer a la muchacha.

Y habla un viejo cazador
ebrio que el tiempo gastó:
que la muchacha se ahorcó
cuando se fue el domador.
Él fue su único amor
y el último también,
porque al no mirarlo bien
los dos padres se negaron,
y aquél romance truncaron
para siempre como ven.

Decía el viejo lagrimiando,
mustio de pena y dolor,
qué el vió al mozo domador
cuando se alejó troteando.
Treinta baguales arreando,
dos cencerro' y dos carguero',
bien montao sobre un overo
de colmillo y redomón
pero con la desición
de seguir junto al pampero.

Pasaron días y meses,
ocho lunas sin alarde,
y en esa hora que la tarde
todito el campo adormece,
se oyó un lamento con crece'
que hizo tiritar los pechos
era un gurí que maltrecho
o'servaba sollozando,
a su hermanita colgando
de la cumbrera del techo.

Fue el mismo viejo del cuento
que cortó el lazo enseguida
para que el cuerpo sin vida
cayera al suelo un momento.
Llanto, dolor, sufrimiento,
de dos padre' al contemplarla
y así después de velarla
dos noches, sobre un recuadre,
quiso la madre y el padre
tras del ranchito enterrarla.

Y frente al horcón sin meya,
sobre el piso si uno busca,
se ve una mancha parduzca
que debe ser sangre de ella.
Desde entonce' y por la huella
que pasa costeando el cerro,
se oyen sones de cencerros
con tropel de redomones
que no son más que visiones
para hacer torear los perros.

Y en noches antes de llover,
cuando el relámpago empieza,
parece que entre en la pieza,
sollozar a una mujer.
Mas cuando empieza a crecer
la noche en tinieblas obvia,
de la habitación que agobia
parece salir al tranco
una figura de blanco
que se parece a una novia.

Deben ser las ilusiones
de aquella muchacha triste,
que en cada piedra persiste
en un sueño hecho visiones.
Ya todos de esas regiones
se han marchado uno a uno,
y aunque es leyenda que acuno
yo mismo he palpao la cruz
donde se posa luz
sin molestar a ninguno.



(Pintura: Saleme Soleman)

martes, 9 de octubre de 2012

Don Mateo


(Pintura: Molina Campos)

Cuando murió don Mateo
según la gente censura,
lo excomulgó el padre cura
por incrédulo y ateo;
pues le negó sin rodeo
el descanso en lo sagrao,
y en un cuero retobao
lo arrojaron por los cerros,
de su alma infiel y sus yerros
se hizo cargo el condeano.

Vicio que en la vida hubiera,
don Mateo lo tenía,
no le quedó picardía
que en el pago no la hiciera:
le manotiaba a cualquiera,
una prenda del recao,
falseaba un certificado,
adulteraba una guía,
y él mismo se defendía
porque era como abogao.

Cuando Mateo murió,
de su carne, de su médula,
se separó su alma incrédula
y al cielo eterno llegó;
por un sendero rumbió
que iban otras almas más,
siempre vichando detrás
hasta que halló dos caminos,
el de los reinos divinos
y el de los de Satanás.

"Dios estará disgustao
pues tendrá noticias mías,
dejuro que en éstos días
el cura me ha embarrunao,
que soy un excomulgao
por ateo y por infiel,
y lo habrá puesto de hiel
para que no me dé entrada,
ya no me queda más nada
que encararme con Luzbel".

Cuando al infierno llegó
el diablo salió a su encuentro,
lo invitó a pasar adentro
y sonriente lo abrazó;
-"parece que he caído yo
en un día de función",
-"aquí siempre diversión,
es jarana todo el año",
y sospechando un engaño
entró con más precaucion.

-"¡Pase amigo!, chupe y pite",
dijo el diablo con bonanza,
"arrímese con confianza,
no espere que yo lo invite";
aprovechando el convite
Mateo se entró a servir,
"después si quiere salir
ahí tiene recao y flete,
como sé que es buen jinete
aquí se puede lucir".

Se armaron canchas de taba,
mesas de monte y de dados,
todos muy entusiasmados
ahí se copaba y copaba;
Tatanás vio que vichaba
y dijo: -"pase a jugar",
y le largó sin contar
un royo de patacones,
y sin más explicaciones
ahí Mateo entró a apostar.

Al caer de la oración
llegaron unas cien mozas,
como un mar de mariposas
sobre una rosa en botón;
Satán dijo: -"elija, mi don,
la que le guste de aquí",
eligió una moza ahí,
morocha de ojos tristones,
de unos labios querendones
que siempre decían, sí.

Una vez en confidencia
él le preguntó al Satán,
-"dígame dónde es que están
las almas en penitencia:
En toda la dependencia
a naides vide llorar,
ni pedir ni suplicar,
ni condenarlo al trabajo,
¿como dicen allá abajo
que aquí se viene a penar?"...


-"Si esto se llega a saber
para el cielo sería un desmedro.
y seguro que San Pedro
todo pondría en alquiler...
Usted bien lo puede ver,
usted, es curado de espanto...
El suplicio, los quebrantos
y la ira de Lucifer...
son cosas que hago correr
pa' que no se vengan tantos!".


domingo, 7 de octubre de 2012

El brujo



Tiernito cuando gurí
como pecho de paloma
y el salto de la maroma
fue de lujo para mí.
Ya después cuando salí
a trabajar de mensual,
se me echaban al corral
un lotecito de potros,
saltando de un lomo al otro
sin respetar al bagual.

En la estancia "Los Aromos"
a un gran bellaco le puse
las dos horquilla en el tuse
y me le acosté en el lomo.
La gente decía cómo
se puede aguantar así
y un viejo que estaba allí
dijo: "Es tiempo que se entere,
éste indio tiene poderes
de un gran brujo guaraní".

Comento que los poderes
me lo alegó en su agonía
que era de supremacía
entre potros y mujeres,
dijo: "Cuando un brujo muere
es ley que su poder entregue
al último que se allegue"
y él entregó su linaje:
"¡que ningún potro lo baje
ni una mujer se le niegue".

Como quien por todo eso
ninguna virtud presume,
era el tiempo del desplume
y fui a ganar unos pesos.
Unos "neandos" de profeso
sobre la linda apreté,
mi pingo rodó y se fue;
y contra del alambrao
sobre una hebra parao
como un pájaro quedé.

Al pararse el animal
del alambre me tiré,
salí como lo monté
como cosa natural.
Corriendo pa hacer corral
de a caballo a los ñanduces,
se dio vuelta sobre el tuse
de nuevo el pingo y quedé
revoleando y le arrojé
la bola a un "neando" en el cruce.

Todo eso atribuía
a acreditar mis poderes
si hasta las mismas mujeres
mil leyendas me tejían.
se hablaba en las pulperías
de mi poder sobrehumano
y decían los paisanos
que de tanto robar mozas
tenía el anca lustrosa
mi caballo bayo ruano.

Por culpa de eso me vi
apechugado en reproches,
china que juyó de noche
me echaron la culpa a mí.
Una tarde allá en el Yí
ya con los últimos rayos
eché al agua mi caballo
y dende la otra ribera
me gritó un viejo: "si yo era
el brujo que anda en un bayo".

Mientras mi bayito trae
el agua haciendo burbuja
le dije: "ni en brujos ni brujas
yo creo pero las hay.
¿Pa qué pregunta, caray,
para qué quiere saber?"
-"Dice de que no hay mujer
que se te escapa a tu influjo
y al verte aquí siendo el brujo
yo temo de enloquecer".

"No hay uno que no se juegue
a tus manos en el paraje,
que no hay potro que te baje
ni china que se te niegue.
Imposible no se entregue
al influjo de tu voz.
Para mí clavao que sos,
el que mentan los paisanos
que anda en un bayo ruano
como pintado por Dios".

"Como yo tengo una
nieta que la quiero tanto,
tan linda que a su encanto
se lo envidia la luna.
Le daría una fortuna
si de mi dolor te apiadas;
a más de plata contada,
como recuerdo te dejo,
para que te vayas lejos
una tropilla entablada".

"Si aceptás mi compromiso
voy la tropilla a traer,
yo quiero mi nieta ver
librada de tu hechizo".
Mi bayo escarbaba el piso
cuando del río a la orilla
ví una yegua gargantilla
que haciendo punta venía
y así soy desde aquél día
el dueño de una tropilla...


domingo, 26 de agosto de 2012

Alma en pena



Puso el alma en la mirada
movió una mano afligida
y quedó como dormida
en el güeco de la almuhada.

Dispués la gente vecina
dentró en el rancho a mandar
y yo me escondí a llorar
el triste fin de mi china.

Ahura, perdida la güella
camino, busco, suspiro,
y p'ande quiera que miro
me miran los ojos d'ella.

Como en vida, mesmamente
convierso con su retrato
y echao en la cama el gato
me contesta por la ausente.

En su petaca de cuero
abierta como al descuido
en un papel escrebido
amarillea un "Te quiero".

Ahí tiene su cola'e vaca
su ristra'e peines surtidos,
la piola con sus vestidos
y el sillón en que aún se hamaca.

Ella anda en cada rincón
viene del patio, pasea,
y allí adentro se golpea
por verla, mi corazón.

Tuavía está la yerbera
y el mate con la bombilla
sobre el banco, y en la silla
su costura y la tijera.

Los pobres tordos mimosos
qu'ella crió con tanto esmero
parecen sobre el alero
negros puntos silenciosos.

Llueve los flecos de luna
de un clavo, su pañueleta,
y blanquea, en la peineta
tal vez, su primera cana.

Duebla la palma bendita
su verde rama piadosa
sobre la vela y la rosa
de su Santa Teresita.

Tal como ella lo tenía
ha quedado tuito en su ausencia;
ya no vive y su presencia
llena la casa vacía.

Si hago noche en el recao
su voz me habla redepente
y siento el sitio caliente
de alguien que estuvo a mi lao.

Ayer, se asomó al espejo
y al acercarme, temblando
quedé abismao, y pensando
de qué cosas se hace un viejo!

Si a campiar horas de olvido
salgo al monte, en cada yuyo
me enrieda un ricuerdo suyo,
la oigo andar en cada ruido.

Y ansí al golver, distrozao
buscando alivio, en la puerta,
está esperando una muerta
al hombre más desgraciado.
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Aclaración: la letra original de donde se ha copiao el verso, se parece pero no es lo mesmo, a la letra que canta don Néstor Feria. Lo que se dice: ej el verso hecho canción... con las debidas licencias!